TÍTULO: Las noches en las que el cielo era de color naranja.
AUTOR: Cristina Prada
EDITORIAL: Esencia
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· Digital: 5,69
· Papel: 14,16
Quiero expresar mi agradecimiento tanto a la autora como a
la editorial Esencia por haberme dado la oportunidad de leer y comentar esta
preciosa aunque dura historia.
Todas las imágenes que utilizo para ilustrar esta reseña
pertenecen única y exclusivamente a Cristina Prada, yo solo las he tomado
prestadas de su página de Facebook, tanto de la autora como de la que Cristina
ha creado exclusivamente para esta historia
SINOPSIS:
Sophie Silver es una chica normal que lleva una vida de lo
más normal. Trabaja como camarera, pero su ilusión es ver publicada su primera
novela. Lo más emocionante de su día a día lo protagoniza su amiga Sarah, quien
acaba de recibir una beca de periodismo para marcharse a Kosovo, un país que,
en pleno 2008, tiene mucho que contar.
Reese Montolivo, el chico del millón de dólares de la cadena
de televisión ABC, ha visto demasiadas cosas que le impiden sentirse bien
consigo mismo. Es arisco, arrogante, exigente y está desencantado del mundo.
Ésa es su fachada y, aunque muchas chicas se empeñen en creer lo contrario, no
hay nada más.
Cuando las cosas se tuercen para Sophie en Nueva York,
decide empezar de cero y viajar hasta Kosovo con Sarah, sin imaginar todo lo
que encontrará allí.
Sophie y Reese jamás sospecharon cuánto cambiarían sus vidas
el día en que se encontraron por casualidad en Bryant Park. Ambos lucharán,
sufrirán, reirán y tomarán las decisiones más difíciles de sus vidas. Todo por
el sexo más increíble, salvaje y adictivo que hayan experimentado jamás. Todo
por una historia de amor que los marcará para siempre. Todo en las noches en
las que el cielo era de color naranja.
MI OPINIÓN PERSONAL:
Después de hacernos sufrir,
llorar y reír con sus dos anteriores trilogías, «Todas
las canciones de amor que suenan en la radio» y «Manhattan»,
de la cual está a punto de publicar el siguiente y último título, Cristina
Prada nos trae un nuevo trabajo, una historia que por su complejidad se aleja
un poco de lo que hasta ahora hemos venido leyendo de ella; una historia en
donde la guerra pasa a ser el protagonista principal. Realmente no me esperaba
hallar todo lo que me he encontrado leyendo «Las noches
en las que el cielo era de color naranja», pero he de decir que me tengo
que quitar el sombrero ante la enormidad del libro y ante una autora que se ha
superado a sí misma.
Lo
primero que destaca es el cambio de escenario. Ya no estamos en Manhattan, como
en sus otros libros, ni siquiera en EE.UU., aunque la trama empiece en ese
país, sino que estamos al otro lado del mundo, en otro continente incluso; en
un lugar diferente, desconocido y en donde es imposible pensar que pueda nacer
una historia de amor. Otra cosa que destaca es la manera que tiene de
presentarnos al personaje masculino en cuanto a la apariencia externa se refiere;
ya que, aunque al principio nos viste a Reese de una manera concreta y muy de
ella: ropa cara aunque sea deportiva o de sport, traje de corte italiano, etc.
Luego, al cambiar de lugar, la vestimenta cambia dejándonos ver a un personaje
más real, más humano, menos perfecto y más sexy si cabe.
Realmente,
lo que prima de este libro es este escenario y entorno bélico en el que se
desarrolla la historia, dejando a un lado lo erótico para sumergirse en el
horror de una guerra. Escenas de sexo hay y muy bien llevadas, no olvidemos que
esta autora es una experta en este tema, pero pienso que queda relegado a un
segundo plano ante la intensidad de una trama muy bien construida y trabajada.
Cuando pensamos en el cielo, la mente nos
reproduce varias imágenes que tienen que ver con el mismo. El color que enseguida
se nos viene a la cabeza es el azul, o el azul y blanco en caso de ser un día
nublado; o el azul, blanco y negro en caso de ser un día de estos tormentosos
que amenazan lluvia. O negro profundo, en caso de ser de noche. Pero en el
color que nunca se nos ocurriría pensar sería en el naranja. Sin embargo,
existe un motivo poderoso y un lugar concreto en donde el cielo, en algunas
ocasiones, se vuelve de color naranja. Un lugar olvidado del mundo en el que un
montón de personas anónimas luchan a brazo partido no solo contra la crueldad, el horror, la desolación y
la muerte, sino también contra el ostracismo de aquellos que miran sin ver, que leen sin entender y a
los que parece no interesar… lo que allí sucede.
Coger
un coche con destino indefinido y llegar a cualquier parte, o tomar un tren
para recorrer el mundo, eso es vivir una aventura. Viajar a un país a caballo
entre la guerra y la paz, en una estabilidad indefinida, eso es darse de bruces
con la dura, cruel y pura realidad de un mundo en donde nada es de color de
rosa. A eso se le llama madurar de golpe. Eso es lo que le pasa a nuestra
protagonista, viaja pensando que va a un lugar idílico en donde realmente no
pasa nada, donde la guerra ha terminado y en donde hay unos soldados destinados
allí, velando por esa paz establecida. Cuando se tropieza con esa dura realidad
tiene que ir madurando y despertando poco a poco. Porque no es lo mismo ver las
cosas desde fuera que formar parte de ellas. Reese va a ser el encargado, en
cierto modo, de despertarla; él y todos los acontecimientos que tienen lugar
bajo ese cielo que por razones que solo podréis adivinar leyendo, a veces se
vuelve de color naranja.
Me
tengo que quitar el sombrero ante la valentía de esta autora al centrar el escenario
de este libro en un lugar tan conflictivo, tan duro como es Kosovo y centrarlo
en un momento de la historia tremendo, cruel y
terrible como puede serlo una guerra que se libra en la clandestinidad; porque
ante los ojos de un mundo ingenuo, que no ve, allí no hay una guerra en
realidad, sino una situación que los valientes soldados destinados tanto en
Pristina como en el resto de las ciudades, solo tienen que mantener…, aun a costa de sus propias vidas, incluso a costa
de las vidas de los demás, porque en una situación de paz no se puede
intervenir en según qué momentos.
No es
fácil para un soldado o para un periodista de guerra ver todo eso y salir con la
mente y el alma indemne…, no lo es, y sino que se lo pregunten a nuestros
protagonistas. No es fácil asimilar que mientras al otro lado del mundo la única
preocupación puede ser qué te vas a poner ese día, o qué móvil más viejo tengo,
en el otro extremo está pasando algo espeluznante, algo que todo el mundo
calla, algo que ignoran a pesar de las denuncias que día a día hacen los
reporteros destinados allí y que comparten casa, tragedia y destino con los
kosovares, con los soldados nativos y con los cascos azules. Ante todo esto, la
historia de Sophie, Sarah, Reese, Matt, Milo, Owen… deja de tener importancia para
tenerla, en realidad, la cruda verdad de un país del que parece haberse
olvidado el resto del mundo.
En resumidas cuentas, si cogéis el libro pensando
que solo vais a encontrar una historia de amor típica de Cristina Prada, estáis
muy equivocadas porque en este libro plantea y pone en el candelero algo más.
Pienso que Cristina ha madurado junto con el libro, conforme iba escribiendo y
creciéndose con cada momento descrito, con cada escena relatada. Sin embargo,
sigue siendo ella al mismo tiempo, con ese toque tan característico suyo a la
hora de plantear personajes profundos, complicados, heridos, dispersos,
ingenuos, tercos, tozudos…
Vamos
viendo poco a poco a cada uno de esos personajes, empezando por Sophie.
Tras de
la decisión, pensada y madurada, de su amiga Sara de irse como corresponsal a
Kosovo con motivo de una beca que ha conseguido, Shopie parece haberse quedado
sola a pesar de tener junto a ella a su otra gran amiga, Penny. Pero no es lo
mismo, ya que a Sara la conoce de la infancia, su fiel compañera, alguien que
ha estado allí siempre. Sin embargo, y a pesar de esta camaradería que ambas
tienen, ella es incapaz de hablarle de ciertos acontecimientos recientes que
han tenido lugar en su vida, concretamente en Bryan Park. La razón es más que
obvia para todos los lectores, menos para ella misma, que se niega una y otra
vez una evidencia que está más que clara y que se reafirma con su actitud; una
actitud que ella justifica ante sí misma con muy poco convencimiento, la
verdad.
Cuando
sus soñados planes de llegar a convertirse en una gran escritora de novela
romántica se frustran, decide de la noche a la mañana dar un vuelco a su vida e
irse con su amiga, a un lugar peligroso y tremendo del que solo conoce lo que
ha escuchado en la televisión y lo que le ha dicho su amiga o leído en los
periódicos, porque al igual que el resto del mundo no se ha molestado en ver
más allá. En su ingenuidad, ella justifica su presencia allí de una manera un
tanto… peculiar, algo que saca de quicio a Reese Montolivo, pero no es al único
ya que a Milo, uno de los secundarios de esta historia y nativo del lugar, le
hace muy poca gracia que los europeos y americanos vean el conflicto que se
libra en su tierra de esa manera tan… indiferente. Como dice Reese en un momento
determinado de la historia: «hay que ganarse el respeto de Milo» y eso, desde
luego, no es nada fácil. Sin embargo, Sophie, en un momento dado, puede que
consiga encontrar la manera de que Milo la respete al tiempo que, dándose de
bruces, de golpe, con una terrible realidad, encuentra el motivo por el que
estar allí, su modo de contribuir y, al mismo tiempo, el tema para su libro; demostrando
así, que debajo de esa mujer ingenua e inocente hay otra valiente, fuerte y
temeraria a la que no le es indiferente la realidad de unas personas víctimas
indiscutibles de ese sin sentido.
Todo
eso lo consigue junto a Milo, no junto a Reese, quien parece dispuesto a ser
más borde y más indiferente de un día para el siguiente, quien parece molestarle
que ella este ahí. ¿Qué motivos tiene para parecer odiarla a ella y al hecho de
que esté en Pristina?
Sophie
es sencilla, atrevida, diferente y muy, muy ingenua. Una niña temeraria metida
en el cuerpo de una mujer, alguien que quizás no haya madurado lo suficiente
aún. Pero también es terca, tozuda, obstinada, cabezota. Alguien a quien no se
la amedrenta fácilmente, alguien que hará lo imposible por un hombre que parece
no querer que hagan nada por él. Sophie se ha enamorado de Reese tal y como es,
no pretende cambiarlo o buscar dentro de él algo más, ella sabe cómo es y lo
acepta de ese modo. Pero sí es capaz de ver, de leer, en sus ojos, en su actitud,
la verdad de un hombre que ha levantado una coraza tan enorme a su alrededor
que es imposible traspasarla. ¿Ella lo conseguirá? Hay momentos muy confusos en
donde solo Sophie, a pesar de volverse loca con la actitud de Reese, es capaz
de adivinar lo que está pasando dentro de su cabeza, aunque sus palabras y
actos digan otra cosa, ¿o no será tan fácil para ella?
Pero
creo que es esa misma ingenuidad, cabezonería y terquedad, al mismo tiempo que
su apariencia fresca y sexy, lo que atrae a Reese irremediablemente hacia ella,
acostumbrado como está a… otro tipo de mujeres, pero al mismo tiempo también es
lo que la aparta de esa mujer, empeñado
como está en negarse una y otra vez a sí mismo.
En
muchas momentos, a lo largo de la narración, pensé que esta chica era tonta de
remate, pues no comprendía qué hacía prendada de un personaje como Reese,
estando Matt también ahí. Reese no se merece ni que lo mire y, sin embargo, una
fuerza irresistible la atrae hacia él sin que ella misma entienda qué le sucede
o la razón de por qué le sucede. A pesar de que tanto Sara como Matt la
advierten por activa y por pasiva que tenga cuidado, que el verdadero Reese no
está dentro de esa pose que tiene, porque en realidad no tiene ninguna pose,
que ese es el verdadero Reese, su verdadero ser, que él es peligroso…, ella no
hace caso porque es a ese Reese al que ha aprendido a amar, a pesar de sí
misma.
Ella
sabe que no hay más, que Montolivo es como es, pero… también sabe que algo le
sucedió en el pasado, algo tan horrible que ha construido un muro a su
alrededor y no permite que nadie y menos ella lo traspase. Sophie, en su
obstinación y terquedad, alimentadas por ese amor que siente hacia él,
intentará una y otra vez romper ese muro. ¿Lo logrará? ¿Cuándo será más consciente
Reese de lo que Sophie significa para él o puede llegar a significar? ¿Cuándo
se le removerá mas la conciencia, cuando ella se muestra comprensiva o cuando
le enfrenta diciéndole cuatro verdades? Porque una cosa es cierta: cuando
Sophie Silver se enfada… no hay fuerza capaz de impedir que diga todo lo que
tiene dentro, todo lo que opina o piensa y puede que esto, en algún que otro
momento, sea capaz de remover a un Reese que parece anclado al pasado.
Todas
las que hemos leído otros títulos de Cristina Prada sabemos la clase de
protagonistas masculinos que ella nos propone y, desde luego, Reese Montolivo
no ha sido la excepción. Pero Reese
Montolivo va mucho más allá, podríamos decir que Cristina se ha superado a sí
misma creando este personaje tan difícil y complejo. Prepotente, arisco, egocéntrico,
un poco bipolar quizás. Con una carga emocional tan tremenda como aterradora,
tan fuerte y débil a la vez…, tan frágil. Alguien que no tiene una sola palabra amable
hacia una Sophie que no sabe por dónde pillarle, cómo entenderle. A una Sophie
a la que vuelve total y completamente loca. Una Sophie que después de haber
sido víctima de sus malos modos, de su grosería, que después de habérsele
enfrentado y haberle dicho cuatro verdades, parece que quisiera volver a por
más. Podría decir sin lugar a equivocarme, que esa tozudez, esa terquedad de
una chica que no está dispuesta a claudicar es la clave de toda la trama, la
conciencia materializada de un Reese que ha olvidado lo que es tener un corazón
que lata.
Reese
es alguien que al principio, por lo menos a mí, no cae nada nada bien, pues
parece estar riéndose de una muchacha ingenua e inocente que no entiende por
qué la trata así. Porque para él es una especie de niña mimada en busca de algo
interesante que vivir. Y no duda en decírselo una vez, y otra y otra.
Sin embargo, a pesar de pensar así, de pensar
eso de ella, hay algo que lo atrae hacia Sophie de una manera arrolladora, algo
que él mismo se niega, a lo que no le pone nombre y de lo que, desde luego,
huye poniendo en su boca frases hirientes y cortantes que dañan a una Sophie
que, como digo, no entiende su comportamiento. Porque realmente no hay quien lo
entienda. Parece sentir celos de todo lo que se acerque a ella, incluido su
hermano Matt; pero, sin embargo, cuando está con ella… es de todo menos amable
y simpático. La daña, la humilla, la utiliza para satisfacer su necesidad de un
polvo y luego se marcha dejándola sola, confundida y quizás un poco rota. O por
lo menos eso es que lo que intenta hacernos creer este personaje tanto a Sophie
como a los lectores, pero ¿habrá algo más allá aparte de eso? Realmente Reese,
como ya he dicho antes, es como es, no hay máscara ni pose detrás de él, pero…
Hay
momentos en que la ingenuidad, la inocencia, la solidaridad o la empatía de
Sophie le descolocan, llegando incluso a actuar de una manera que nos sorprende;
pero creo que es algo que nace de él al removerle Sophie su conciencia dormida,
algo que el Reese de antes, de una fecha en concreto del pasado, haría sin
dudar y eso nos hace plantearnos muchas cosas sobre él. Pero al segundo siguiente ya nos ha hecho
cambiar de opinión otra vez, ya nos hace dudar, volviéndonos tan locas como
vuelve a Sophie.
Reese,
por otro lado, es un chico muy inteligente que no es la primera vez que ha
estado en la ciudad de Pristina y en la guerra albano-kosovar. Algo horrible y
espeluznante que parece que sucedió le obligó a regresar a Nueva York, donde
tiene lugar su primer encuentro con Sophie. Lo que no se sabe es qué le ha
impulsado a volver a un lugar en donde solo hay pesadillas para él. Un motivo
que se acaba adivinando y, al final sabiendo, a medida que transcurre la
historia.
Es
inteligente, guapo, sexi; de hecho, es la portada preferida de todas las
revistas del corazón, su «chico del millón de dólares», que cuentan con todo
lujo de detalles su vida o al menos la vida que el público ve, una vida
artificial, carente de sentido, ambigua... Pero también es un cronista asiduo
de ciertos programas de televisión en donde a juzgar por sus palabras, por su
actitud, podemos adivinar o ir intuyendo algo de su propia persona, haciéndonos
pensar que quizás Reese Montolivo no es
ni mucho menos el ser arrogante e
insoportable que demuestra ser, ¿o sí?
Pero lo
más importante es su faceta de reportero de guerra y unos magistrales
reportajes que escribe en donde nuestro protagonista denuncia y refleja todo el
horror; la crueldad y el sin sentido de una guerra. Pienso que es detrás de
esta serie de artículos en donde podemos encontrar al verdadero Reese
Montolivo. Pero de momento la pregunta es: ¿por qué parece molestarle que
Sophie le diga que es el «chico del millón de dólares»? ¿Por qué Sophie, sin
casi conocerlo, parece sentir esa atracción insensata hacia él? ¿Qué hace de
nuevo en Pristina cuando ella va allí a «vivir su aventura»? ¿Qué motivos le
han impulsado a volver?
Como ya
he dicho en otros momentos de esta reseña, a lo largo de la lectura una se va
preguntando si en realidad hay algo más debajo de esa fachada o, muy por el
contrario, Reese Montolivo es tal y como demuestra ser, alguien que no merece
la pena. ¿Merecerá de verdad llegar a conocer al verdadero Reese si es que este
en realidad existe, o será una pérdida de tiempo?
Conforme
avanza la historia, mientras él mismo nos cuenta su drama dentro de ese marco
inefable de la guerra y la destrucción, le vamos entendiendo un poco más y tal
vez empatizando con él; pero solo un poco, ya que la cantidad de vaivenes que
da la historia nos impide entender del todo a este personaje tan complicado,
profundo y controvertido. Pero a medida que vamos adentrándonos en el libro, ya
casi al final, cuando a Sophie le es revelada una verdad arrolladora es cuando
vemos el alcance de lo que es y lo que representa Reese Montolivo. Los dos
capítulos finales nos van a sorprender y a gustar porque Cristina nos da algo
que, en realidad, el lector necesita para llegar a un entendimiento que consiga
ponernos en empatía con este personaje, aunque ya antes de ellos hemos podido
ver hasta donde es… capaz de llegar Reese por un amor que se desarrolla bajo un
cielo que por motivos que solo sabréis leyendo se vuelve de color naranja.
Reese
es, al mismo tiempo, un personaje fuerte en cuanto que es capaz de salir airoso
de cualquier situación comprometida; pero débil y frágil cuando la situación
comprometida implica su corazón y sus sentimientos. Aunque parezca mentira, al
final de todo, la fuerte es Sophie. ¿Qué será capaz de hacer Reese por Sophie,
demostrándole con ello lo que puede que sea incapaz de decir con palabras? ¿Qué
coste tendrán sus actos para los dos? ¿Qué será capaz de hacer Sophie por Reese?
¿Pondrá nuestra protagonista en riesgo hasta su propia vida?
A Sara,
la mejor amiga de Sophie, Reese Montolivo parece caerle mal y ya desde el
principio advierte a su amiga sobre él. La cuestión está en que, aunque ella
quisiera, no puede prestar a Sophie toda la atención que desearía, ya que está
trabajando y su trabajo es algo sacrificado y a veces… horroroso; algo de lo
que Sophie no es consciente. Todo esto
se traduce en una chica joven que está en un país desconocido sola, a merced de
los acontecimientos y es en ese momento cuando Reese aparece para ocupar ese
vacío, pero al mismo tiempo para abrirle los ojos a la realidad de Kosovo.
A
diferencia de Sophie, Sara sí sabe dónde se ha metido, o al menos en apariencia,
pues también es de la creencia de que los militares allí destinados están en
una misión de paz y que en ese lugar dejado de la mano de Dios… no pasa nada. Como
buena periodista se hace enseguida con la situación, pero… Creo que solo
aquellos que vivieron en primera persona ese horror, saben a ciencia cierta
cuál es la realidad de una guerra por la que todo el mundo pasa de largo en las
noticias.
Sara,
en algunos momentos, es temeraria y arrastra a una Sophie inconsciente de dónde
puede estarse metiendo, ¿les pasará factura a ambas esa temeridad? ¿Estará
Reese ahí para ella en ese momento? Aunque hay que decir que a Sophie no le
hace falta la temeridad de su amiga para meterse en situaciones comprometidas,
porque ella misma se basta y sobra para hacerlo. ¿Estará Reese para sacarla de
esas situaciones… en todas las ocasiones, o serán otros los que tengan que
hacerlo por él?
Sarah
es una buena amiga de Sophie, pero no alcanza a entender la situación anímica
por la que está pasando su compañera de la infancia, ya que el trabajo en esa
ciudad la absorbe demasiado. Pero sí es alguien muy cercano que intuye lo que
está ocurriendo e intenta por todos los medios ayudarla, aunque a veces sea en
vano y otras veces solo consiga arrancarle una sonrisa. La verdad es que la
situación tan dramática por la que Sophie atraviesa deja muy poco lugar a la
sonrisa y sí a las lágrimas; lágrimas por una guerra indómita, sin sentido,
cruel; lágrimas por unas mujeres y unos niños víctimas inocentes de la
situación; rabia por un amor que no sabe si tendrá futuro… o no.
Owen es
un soldado escocés, Capitán de las Fuerzas de la OTAN. Una fuerza militar que,
instalada en Pristina y en todo Kosovo, intenta mantener una débil y frágil paz
que a menudo se ve rota por los bombardeos y los atentados. En realidad, la
autora no nos dice mucho sobre el estado anímico de un personaje que, al igual
que Reese, ha visto mucho y muy cruel. Pero lo que si se intuye es la fuerza de
carácter, su generosidad, su lealtad y que parece sentir un amor profundo hacia
Sarah. Amigo fiel, Reese y Sophie le tienen a mano cuando la situación lo
amerita.
Vamos
con Matt. Matt es hermano de Reese y todo lo contrario que él. Bueno, amable,
cariñoso…, parece sentir una especie de animadversión hacia su hermano, pero
¿será todo como parece? Hacia el final del libro y cuando todo se precipita, él
mismo nos explica esa relación de amor/odio que parece tener con Reese. En el
libro, al principio, se nos presenta como un posible rival y de hecho puede que
intente algo con Sophie… o puede que no. Hay un momento en la trama en que se
puede llegar a adivinar una pequeña rivalidad entre los hermanos; rivalidad que
viene de antes y que parece que no tiene nada que ver con Sophie, quien al final del día descubre
algo sorprendente en torno a los dos.
Vamos
con Milo. Milo es un médico albano-kosovar que ha vivido y sentido en su propia
carne todos los horrores de una guerra. Un hombre que ha perdido demasiadas
cosas en ese sin sentido y es posible que en el transcurso de la historia
pierda incluso algo más. A pesar de todo el horror que ha vivido, de toda su
tragedia y su drama personal, su esencia como persona no se ha extinguido. Milo
no es un hombre que admita fácilmente a alguien que, viviendo en un oasis,
elige el infierno por motivos imprecisos.
Cuando
por fin Sophie consigue conectar con él, se da cuenta de toda la carga trágica y emocional que
soporta, pero también descubre que
detrás de Milo hay toda una cruzada particular en la que ella misma se
involucra, dando así no solo sentido a su presencia allí, sino también dándole
un tema real y humano sobre el que escribir. Es un personaje entrañable de la
historia. Con una gran carga trágica y emocional, ha dedicado su vida a una
causa concreta, causa a la que, como digo, se le une una Sophie que no está
dispuesta a consentir que un ser humano… tan…especial… sienta rechazo hacia
ella.
Gran
amigo de Reese, los dos han emprendido juntos una cruzada diferente en pos de
la verdad…, una verdad que parece que todos saben, pero deciden callar… ¿Serán
capaces de conseguirlo, o se perderán por el camino? Si queréis que os diga un
secreto, Milo, para mí, es uno de los personajes más reales, humanos y
auténticos del libro.
La
conclusión que saco de esta preciosa, intensa y dramática historia es que
mientras exista la humanidad, existirán buenas personas como Sophie, Reese,
Milo, Owen o Sara que intentan como buenamente pueden ayudar y hacer algo por
aquellos que lo han perdido todo, incluso su dignidad; por aquellos que han
muerto víctimas de una ideología religiosa y política, aunque solo sea denunciar,
o intentar hacerlo, al mundo entero lo que allí sucede. Aunque solo sea por
lavar una conciencia maltrecha al ser testigos de tanta tragedia. Pero también
existen monstruos, monstruos que propician, desencadenan y buscan todo ese
horror. Maestros de la guerra, asesinos que no sienten ningún remordimiento al
acabar con la vida de quien… no es como ellos.
La
manera de escribir de Cristina es muy atractiva y ágil, con altos y bajos, con
escenas tremendas que dan paso a momentos de calma para dejar que el lector
asimile lo que ha sucedido. Nunca deja que la historia o la trama misma
decaigan, sino que va enganchándote poco a poco, sin que uno se dé cuenta. Es
de esas autoras tan profundas que te impiden dejar la lectura en un punto o
momento determinado, siempre quieres saber más, ahondar un poco más en la
historia hasta que, sin darte cuenta, has llegado a un final del cual no os
digo nada porque ese mismo lo tendréis que averiguar leyendo el libro.
Pero no
solo eso, sino que además es un libro que refleja un momento de la historia del
mundo tenso, dramático, cruel y se ve que está muy bien informada sobre todo lo
que allí ocurrió y ocurre; es un libro trabajado, muy elaborado, cuidado y sobre todo muy bien
documentado, y eso se nota al pasar todas y cada una de sus páginas. Muchas
veces las escenas y momentos que describe descubren a una persona bien
asesorada que ha cuidado
su trabajo con mimo y ha tratado el tema en el que valientemente se introduce
con todo el respeto que se merece, y por todo ello hay que quitarse el sombrero
ante ella.
Si queréis
leer un cuento de hadas ya os aviso de que este libro de cuento de hadas no
tiene nada, pero sí se puede encontrar en él a ese caballero andante dispuesto
a hacer lo que sea por su dama…; aunque esta, terca, cabezota y obstinada, piense
que no necesita ayuda de nadie. Pero también podréis encontrar a una mujer
fuerte que nunca se rinde en su cruzada particular contra un Reese que no
quiere ser salvado y que se niega a ser ese caballero andante. Creo que ambos
dan y reciben en esta tormentosa historia de amor. Resee le aporta madurez a
Sophie, mientras que esta le hace ver a Reese que no todo es blanco o negro,
que al final hay toda una escala de colores esperando por él. En resumidas
cuentas: Sophie es para Reese algo así como la voz de una conciencia que lleva
dormida muchos años. Al final puede que
Sophie tenga razón… o no… Solo digo que puede… que la salvadora sea ella.
Pero,
sobre todo, si queréis saber por qué por las noches el cielo se vuelve de color
naranja, no tenéis más que leer esta hermosa, tremenda, dura y humana historia
de amor.
SOBRE LA AUTORA:
Cristina Prada tiene 32 años y
vive en San Fernando, una pequeña localidad costera de Cádiz. Casada y con un
hijo, siempre ha sentido especial predilección por la novela romántica, género
del cual devora todos los libros que caen en sus manos. En la trilogía «Todas las canciones de amor» decidió unir tres de sus grandes pasiones: la escritura,
la literatura romántica y la música.
Otro
de sus grandes éxitos en la trilogía «Manhattan» que se inicia con «Manhattan Crazy Love»;
continúa con «Manhattan Exciting Love» y sigue con un pequeño relato «Manhattan Lola Love»,
y próximamente publicará el último título de esta serie.
Si
queréis saber más de ella, podréis encontrarla en sus páginas de Facebook:
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